No te puedo querer echándote de menos,
si cuando te pienso,
los muros se llenan de canciones tristes
y todas las palabras juegan a quebrarse en el bolsillo.
No hay anillo que pueda atarte al olvido,
ni tiempo
para raspar las marcas de lágrimas en el suelo.
No hay consuelo para este vacío que se llena,
como agua saciando la sed inclusa en pleno verano,
de tus fotos en la retina.
Sin embargo,
cuando rozas las sábanas
y dedicas tu piel a mis dedos.
Cuando te bebo de un trago
y me palpas como si fuera tuyo,
me pierdo sin más escudo que el propio tiempo.
Y así,
en pleno vuelo
veo como mis propias alas
te encuentran en un suspiro,
en un grito colectivo en mitad de la calle.
Llegaron rachas de viento, picos y valles.
Y todos los colores son iguales.
Y todas las salidas parecen de emergencia.
No es más importante volar que pisar,
firme,
la tierra.
si cuando te pienso,
los muros se llenan de canciones tristes
y todas las palabras juegan a quebrarse en el bolsillo.
No hay anillo que pueda atarte al olvido,
ni tiempo
para raspar las marcas de lágrimas en el suelo.
No hay consuelo para este vacío que se llena,
como agua saciando la sed inclusa en pleno verano,
de tus fotos en la retina.
Sin embargo,
cuando rozas las sábanas
y dedicas tu piel a mis dedos.
Cuando te bebo de un trago
y me palpas como si fuera tuyo,
me pierdo sin más escudo que el propio tiempo.
Y así,
en pleno vuelo
veo como mis propias alas
te encuentran en un suspiro,
en un grito colectivo en mitad de la calle.
Llegaron rachas de viento, picos y valles.
Y todos los colores son iguales.
Y todas las salidas parecen de emergencia.
No es más importante volar que pisar,
firme,
la tierra.
Fotografía: Mario Javier Chambi
Abraham Arvelo
No hay comentarios:
Publicar un comentario